Acerca de situaciones inexplicables.

Justo cuando pienso que estoy grande, voy y lloro con un libro de guerra.

Quien llora con un libro de guera?!

Es como llorar con una pelicula de Van Damme. Que risa me dio cuando mi hermano me lo dijo.

Pero llorar con un libro de guerra. No, no estamos hablando de amor, eso esta muy claro. Pero cuando murió el comandante del Carampangue, Jeronimo Valenzuela, en medio del asalto a un fuerte altamente protegido, uno de sus subalternos, el Teniente Colipí, un titanesco gigante araucano, duro como un roble, le va contando los detalles de la batalla mientras va cerrando los ojos y le promete que a su comandante que va a ver como sus soldados pelean por la victoria, enorme como es, lo toma en sus hombros y deja a un lado su fusil, y corre con su comandante ya muerto por el campo de batalla en favor de la promesa recien hecha.

Meses despues, terminada la guerra, durante el desfile de la victoria, ya en la capital, el gigantesto Teniente Colipí, montado en su caballo, toma las riendas de otro caballo sin jinete, que sobre la montura, lleva la ropa rasgada y ensangrentada de su comandante Valenzuela, coronado por su gorra de combate.

Como no voy a llorar con eso?

Mientras me corrian los lagrimones por las orejas ( es que estaba leyendo acostado, no es que me salten hacia afuera como en los dibujos ), pensaba en mi y en mi tontera y al final me vino a la luz algo que habia dicho hace poco.

No es la guerra ni la matanza.

Si no, la oportunidad de ver a los hombres convertirse en heroes.

Hoy el Teniente Colipí tiene una calle con su nombre.