lunes, 12 de mayo de 2008

El volcan Tolhuaca.

Viernes 3 am.

Ah no, esa es una cancion de Charly. No viene al tema, pero el tema lo es todo, asi que escucha ese tema, que es uno de mis favoritos.

Viernes 11 pm. Ahi si.

Llego a la casa listo a preparar mis cosas para el dia siguiente. Que prepararlas en la mañana tambien era posible, pero levantarse temprano, imposible. Asi que me decidi por lo posible, y me preparé para dejar todo listo tempranito temprano en la noche.

Claro, reuno en una esquina en el suelo de mi pieza, todas las porquerias que necesitaba, con mucho cuidado de mezclarlas con todas las porquerias que estaban tiradas desde hace mucho mas tiempo en aquel mismo lugar.

El orden prioritario de todas estas porquerias en cuestion, en pocas palabras seria mas o menos el siguiente:

- Un par de zapatos de montaña, una parca gruesa de montaña, un saco de dormir de montaña, una carpa de montaña, con sus varillas montañesas y sus estacas de alta montaña, y un pantalon de montaña termico para la nieve. Un GPS para no perderse en la montaña. Cuatro pilas AA para no quedarme sin pilas AA en la montaña. Una camara fotografica para poder fotografiar la montaña, con dos montañesas baterias, con su respectivo tripode montañez para las fotografias nocturnas de montaña. Una frazada polar de montaña, guantes de montaña, gorro de montaña y un gorro de montaña. Una polera montañesa de repuesto. Una linterna frontal de montaña, una bolsa de montaña con comida para la montaña, una cocinilla de montaña, con dos montañeses balones de gas de montaña, un mini-set de cocina mini montaña, un set de cubiertos para comer la comida para la montaña consistente en un tenedor andino, una cuchara volcanica, un cuchillo de supervivencia para cortar las longanizas de montaña, y una cucharita chica de te, para prepararme el café de montaña, cuando me encuentre en la montaña. Un mini frasco plastico a prueba de montañas, con sal y azucar ( Siempre me gustaron las mezclas ), una mini toalla de montaña, y un royo de papel confort para las necesidades en la montaña.

Todo eso tirado ahi en una esquina en el suelo de mi pieza, y luego apretujado, comprimido, aprisionado, compactado y deformado. Yo creo que si hubiese metido una sola cosa mas, todo lo de ahi adentro se convierte en petroleo.

Luego iba a comprender un dicho que debiera considerar todo montañista:

- Todo lo que pongas en tu mochila sera usado en tu contra.

A las 11 de la mañana me pasaron a buscar en una camionetita y partimos a Curacautin. En el camino veiamos de lejos al volcan que nos sacaba la lengua, asi como diciendo:

- Se me quieren subir encima? Ya van a ver como me sacudo para que se caigan encima.



Nos metimos por un recoveco de esos raros, llenos de piedras y salpicados de piedras volcanicas. Yo creo que los neumaticos no se reventaron porque no se quisieron reventar no mas, que a las piedras les faltaban los puros clavos porque para reventarnos las ruedas y el motor, les sobraban ganas.

Cuando fue mucho el cuento, y ya temiamos por nuestra seguridad, el claudio dijo "BASTA". Bajamos nuestras porquerias, suspiramos por el ultimo momento de calma y relativa confianza, nos pusimos las mochilas en la espalda y nos pusimos a caminar.



Pero cuando dijeron caminar, yo en ningun momento pensé que se referia al verbo "caminar". Sobretodo si le adicionas el verbo "cargar", y lo multiplicas por el factor "montaña". Ahora, todo eso es soportable, siempre y cuando no consideres el efecto "muchos kilometros".

Ahora bien, si tienes esa ecuación relativamente bajo control, es porque aun no has considerado la constante "no se donde vamos". La intención era llegar a la Laguna Caracol ( 38°21'13.18"S 71°41'13.83"W para el google earth ). Pero nadie sabía como llegar a la famosa laguna.

Asi que el evidente resultado de esta ecuacion fue la igualdad "estamos perdidos".

Cuando la postura general del grupo fue caminar por todos lados a ver si dabamos con la laguna, a mi se me abrieron las pepas, paré las orejas, y un chorrito de caca se asomó por la abertura. Mis patas heridas, mojadas y machucadas se resistieron salvajemente a todo movimiento inutil, y un desesperado grito proveniente de los hongos que se formaban escandalosamente entre mis dedos, alzó la voz y dijo:

- Por que no dejamos las mochilas aqui, y partimos cada uno a una direccion diferente?. Nos reencontramos aqui mismo en 20 minutos a ver quien dió con la famosa laguna.

A todos mi idea les parecio bastante adecuada, y dejando las mochilas tiradas partimos en direcciones diferentes. Luego de un rato, me alcanzaron y me dijeron que ya habian encontrado la laguna, pero habia que encontrar una forma de rodearla para poder llegar al volcan, asi que habia que seguir buscando.

Dijeron que alguien se tenia que quedar en el lugar de las mochilas para cuidar las pertenencias de posibles animales en esas desoladas latitudes. Yo no me di cuenta, pero ya era tarde cuando comprendí que tenia la mano levantada.

Asi que me volví al puesto 0, y me dediqué pacientemente a escarbarme la nariz para sacarme los mocos llenos de tierra, polvo y barro. Estuve un buen rato ahi, cuando se me acabaron los mocos, y tuve que continuar con las orejas.

En eso, el sol se iba haciendo cada vez mas lejano, y cada vez mas de veras. Se alejó tanto que se perdió tras una montaña, el cielo se lleno de estrellas, y la luna me hacia morisquetas de burlas complementarias.

Con el sol se fue la temperatura, y con las estrellas apareció un viento helado, y un frio que nacia desde adentro. Y todavia no volvian. Me metí a escarbar en mi mochila, me armé con mi chaqueta de montaña y mi linterna de montaña que me puse en la frente. Tiré mi saco listo para pasar la noche ahi, y me dediqué a elegir las palabras que le diria al grupo de rescate una vez que los tuviera al frente.

No podia salir a buscarlos entre la oscuridad, que si me perdia yo, ¿Quien contaria la historia?. Bueno, y asi, yo me vine a contar la historia, mientras el grupo de rescate busca a mis compañeros.

Bueno, en realidad la historia no concluye asi, puesto que despues de un buen rato que parecieron horas, escuché en la distancia un grito desesperado de busqueda. Respondí de vuelta con un grito aun mas desesperado de encuentro, y entre grito y grito, al final nos encontramos.

Abrazos.

Agarramos todas nuestras porquerias, y partimos a la laguna, que estaba mas o menos a 5 minutos de caminata bajo un cerro. Pero no eran 5 minutos de caminata de parque. Estamos hablando de oscuridad absoluta, cargados con mochilas humanas, bajando un cerro repleto de arboles caidos.

Demoramos un buen rato, y sobrevivimos a diversas y variadas maneras de fracturarse femures y tibias, hasta que llegamos a algo grande y oscuro que tenia la particularidad de reflejar la luna y las estrellas.

La famosa y archirequete reconocida Laguna Caracol. Cerramos la boca para que no se nos derramara tanto la baba, porque el lugar daba para uno o dos litros sobre el suelo y la ropa... un bosque de araucarias negro como la muerte, iluminado solo por el rastro leve de la luna y miles de estrellas. Nada hice antes de despegarme la mochila de la espalda, instalar el tripode y ponerme a disparar.



La comida, la sed, el descanzo, la fogata y las conversaciones de montañistas tuvieron que esperar que yo tuviera retratado ya todo el lugar.

Y luego, con la guata gorda y rellena de comidas largamente esperadas, nos sentamos a un lado de la fogata a reir y conversar, mientras escuchabamos el sonido del viento que regaloneaba amorosamente las copas de milenarias araucarias, donde cantaba una familia de lechuzas.



La hora para levantarse era a las 4.30 de la mañana, para levantar el campamento y acarrear todas las cosas hacia el volcan. A las 12 de la noche no existia todavia algun indicio que dijera que la conversacion estaba a punto de terminar, asi que un poco a la fuerza, nos comprimimos en mi carpa, y ahi cada uno metido en su saco, seguimos muertos de la risa, escuchando los sonidos del bosque, esperando la hora de levantarse que estaba cada vez mas cercana.

Sonó el despertador a las 4.30, a las 5.00 y a las 5.30. Eran las 6.30 y todavia no habian intenciones de levantarse. Pero cuando me di cuenta que me estaba perdiendo el amanecer, pegué un salto afuera de la carpa, agarré mi tripode y comenzo de nuevo el ataque.

A las 8 de la mañana estabamos en condiciones de partir. Pero esas condiciones solo incluian tener todas las porqueriasguardadas en una mochila en la espalda, porque de las ganas, fuerza, energia y animo, bastante poco se veia.

Asi que comenzo el ascenso del valle donde se encontraba la laguna, para buscar un lugar donde establecer el punto 0 de ataque al volcan. Los primeros pasos fueron parecidos a los ultimos de la noche anterior, porque a pesar de que ahora veiamos el camino infernal que se encontraba adelante, habia otro inconveniente: El peso, y la gravedad. De todas maneras, valia la pena detenerse un segundo para mirar hacia atras y ver lo que uno comenzaba a asimilar como un recuerdo.



Con harta dificultad llegamos al campamento base, empezamos a preparar el ascenso para ver cuantas porquerias que no usariamos, tendriamos que llevar de todas maneras para provocar peso innecesario en el ascenso al volcan.

Llego el momento del GPS, y cuando me doy cuenta... horror. Faltaban dos pilas. Parto corriendo todo el trecho de nuevo hasta el campamento en la laguna, a ver si se me habian quedado botadas por ahi. Me mamé toda la gran paja nuevamente de bajar esa hondonada corriendo, y volverla a subir corriendo pero mas despacito y sin las pilas. Una desgracia porque no las encontré. Y cuando iba llegando al campamento base, chorreando gotas gordas por la frente, pidiendo disculpas por la demora, por la ausencia de GPS y por la posibilidad de no llegar a la cumbre por mi demora, me dicen que las pilas las tenian guardadas ellos en otro bolsito.

CUEC!

Agarramos todo rapidamente, y comenzo la gran y horrible caminata que nos llevaria a la falda del volcan. Varias horas caminando entre bosques de esqueletos de araucarias y arboles que empezaban a despedirse de sus hojas, que bañaban sus pies, dejando un suelo vestido de rojo y amarillo.

La verdad, fue una mierda. Pero una mierda linda. Un suplicio, pero un suplicio agradable. Una tortura, pero voluntaria. De veras, si no me crees, amarrate una mochila llena de piedras en la espalda, y dedicate todo el dia a subir una escalera. Cuando lleves 6 horas vas a entender un poco lo que digo. Una mierda, pero una mierda linda.

Mas encima, yo todo cagao, sin dar mas, arrastrandome, y al borde de gatear, traspirando hasta por las orejas, agarrandome las bolas para que no se me cayeran con el esfuerzo, lloriqueando por un tiro de gracia, trepando de roca en roca, secandome la frente mojada pero aguantando un viento helado y constante, me preparo para revisar nuestra ubicacion con el GPS, y sorpresa.

- El GPS no está.

Mierda sobre mierda que se encuentre bajo un poco mas de mierda que aun humea de lo espesa de la mierda.

Calladito no mas, dejo mi mochila afirmada en una roca y me lanzo cerro abajo esquivando troncos y piedras, viendo donde cresta estaba botada la cagada de gps. Obvio, no lo encuentro. Asi que me mando de nuevo toda la jodida pendiente que ya habia subido una vez, para avisarle al resto que era un cojonudo imbecil de las huevas, que habia perdido el gps.

Desde alla arriba, muy lejos, escucho un grito que dice "no te preocupes, vuelve y lo buscas". Pero que el viento transformo suavemente en "imbecil de mierda, la puta que te parió, te vas a la mierda cabron del culo, traé rapido esa huevada que te queremos partir la madre".

Asi al menos lo entendí yo, solo que de una manera amable. De todas formas me lo habia ganado. Y aunque no me lo dijeron ellos, me lo dije yo mientras bajaba por tercera vez ese cerro de los cojones, esquivando las mismas piedras por tercera vez, y los mismos troncos de mierda por tercera vez.

Y que paso... Creiste que lo encontraría? Las hueas. Estaba bien abajo entremedio de una mata de mierda, de estas que tu no sabes como cresta, pero que de alguna manera crecen hasta en el infierno.

Agarro el gps, me lo meto en la raja, y vuelta a subir la pendiente por tercera vez. Las rocas, piedras, palos y ramas me imagino que estaban cagados de la risa de mi. Me lo meresco, por huevon.

Llego donde estaban los demas, que estaban felices, pero con la sonrisa hacia abajo, porque nos enteramos que habia que atravezar un bosque inatravezable que estaba entre el volcan y nosotros. Algo asi como el bosque de la blanca nieves, o el bosque de espinas donde habia un dragon en alguna pelicula de disney que vi cuando era chico.

Algo asi.

Y ahi reptando entremedio de espinas y troncos caidos, saltando mugre, y arrastrandose por palos podridos, arañandome hasta los riñones con los palos secos, llegamos al final del bosque. Y cuando ya estabamos afuera, encontramos el camino que pasaba por el lado, que se lo saltaba.

CUEC!

Y al frente, majestuoso, gigante, impotente... el volcan. Nada nos separaba del volcan, sus barrancos, grietas, filos y pendientes.

Yo ya les decia que siguieran sin mi, pero una voz que odio, me dijo dentro de mi: "Huevon, llegaste hasta aca... como te vas a retroceder ahora?"

Y yo mas tarado aun, que le hice caso a una voz desconocida. Asi que me agarré las bolas de nuevo y parti detras de aquellos insenzatos que estaban dispuestos a romperse la madre escalando ese mounstro de piedra y hielo.

Debo decir, y sin temor a equivocarme, que no creo nunca antes haber echo algo tan enrabiadamente pesado. Cada paso mas, era una nueva meta que yo creia imposible. Y no digo la cumbre, o aquella pendiente, aquella loma, o aquel desnivel.

Cada paso que daba, era un paso que no creia poder haber dado. Quebré mi limite centenares de veces, centenares de veces me superé a mi mismo.

Debe ser por eso que el montañismo no es un deporte, sino una forma de vida. Aprendes a ver metas imposibles, que solo puedes alcanzar olvidando la razon, teniendo firme el proposito y la convicción que se puede hacer, aunque de antemano, sabes que jamas podrias conseguirlo.


El montañismo es aquella ciencia, que te muestra que eres capaz de hacer cosas de las que sabes que jamas podrias. Hay que estar aislado del mundo, mas cerca de la meta que de la partida, dependiendo solo de la fuerza de tus rodillas, para comprender que es mucho mejor y mas sensato dejarlo todo en el camino a la cima, que volver arrastrandote con las rodillas.

Pero la unica forma de comprobarlo, es estando ahi, a mitad de camino de la cumbre.

Yo no podria, no pude, y no voy a poder. Pero lo hice. Y lo voy a hacer. Pero es, ha sido y será imposible. Solo que uno se olvida que no puede, y sin saber como, lo termina haciendo igual. Es arriba cuando miras hacia abajo y ves todo lo que has hecho, que sabias que no harias.

No llegamos a la cumbre. Faltaron 300 metros. Yo no hubiera podido, pero hubiera podido igual. Nos quedamos por tiempo. No alcanzariamos a llegar si queriamos volver al campamento, que ya era muy tarde.

Miramos la cumbre tan cerca pero tan lejos, nos sentamos en el borde del abismo a mirar el mundo mientras nos afirmabamos del viento, nos sacamos la foto de rigor y con la sonrisa amarga nos preparamos a bajar.


Nos armamos de bastones y guantes y comenzo la bajada. Tan dura como la escalada, solo que mas acelerada. Esta vez no habia esfuerzo, pero solo entre comillas, que todo el esfuerzo era para las rodillas que recibian todos los embistes de un cuerpo que a cada paso arremete contra ellas durante la bajada.

En la base del volcan mis rodillas ya estaban muertas y no podian doblarse. Pero no habia nada que hacer, habia que volver al campamento, y de ahi a la camioneta. Toda la caminata del dia, y del dia anterior, debia hacerse de vuelta, con el mismo peso, pero esta vez, con las rodillas hinchadas de tanta violencia, y con las patas rotas, inflamadas y sangrantes.

Era tanta la distancia, y tan doloroso y lento el paso, que nos encontró la noche, caminando sigzageantes en la oscuridad, cargados como burros, adivinando el camino hacia el auto, bajo un cielo negro cargado de estrellas, con sombras largas, palidas y fantasmales, provocadas por una semiluna que nos alegraba el paso. El torturante y agonico paso a paso, que me acercaban a cada minuto al auto.

Ahora se hace sencillo escribir esta historia, pero en aquella noche oscura, mis piernas y mis rodillas muertas, eran lo unico que me podian sacar de aquel hermoso infierno. Cada paso era una tortura, tanto para mi, como para mis compañeros que tuvieron que esperar pacientemente mis demoras, quejas y retrasos.

Cada paso era el ultimo. No podia dar ninguno mas. Pero al igual que en la cumbre, solo mis pasos podian sacarme de ahi. Y mordiendome y murmurando mi dolor, con la rabia y angustia de ver un horizonte tan lejano, aguantaba apenas mi incapacidad para caminar, que nunca fue superada por mi deseo de salir de aquel terrible lugar.

No puedo decir que fui hombre, ni valiente, ni bravo. Ni admirable, ni nada de eso. Nada de fuerza espiritual, de valor, ni de espiritu inquebrantable. Mi espiritu, quebrado. Mi valor, por el suelo.

Lo unico que me hacia caminar, era el evidente hecho de que no habia otra forma de salir de ahi.

Nada mas.

Ni espiritu, ni fuerza, ni nada. Un carajo. Pura sobrevivencia. Que de veras me avergonzaba mi condicion frente a los montañistas que viajaban conmigo, que tuvieron una paciencia extraordinaria conmigo, y que segun me dijeron despues...

... ellos tambien habian pasado por lo mismo.

Eso es otra cosa del montañismo... ellos sabian que iban con un nuevo, y asi y todo me invitaron. Aceptaron el riesgo de escalar conmigo, y callados sufrieron las consecuencias.

Quizas en algun momento, ellos tambien fueron el cacho de otros montañistas mas experimentados.

El montañismo es una forma de vida, y el que no lo entienda, que se comunique con alguno de estos grandiosos seres de vidas sencillas, y se atreva a medir cuanto vale, frente a un reto imposible.

Y a mitad del descenso, cuando venia con la esperanza rota, disparé esta fotografia, sabiendo que sería la ultima antes de guardarlo todo y emprender el fatal camino hacia el auto.


Es un gran final, para una gran historia.

2 comentarios:

Raul Elgueta Riquelme dijo...

Muy buen relato para tan notable ascenso. Quienes hemos desafiado al Tolhuaca, sabemos lo que significa adentrarse en sus recónditos e indomables parajes. Y para quienes hemos estado muy cerca de la cumbre (yo a 400 metros), sabemos que el relato sólo termina cuando podamos llegar, algún día, a la cima.
Felicitaciones por el esfuerzo.
Un abrazo,
Raúl

Alvaro Roman dijo...

Raul, uno no entiende el valor de estos sentimientos hasta que esta a 400 metros de la cima.

La historia no termina hasta que se llega a la cima.

Un abrazo.