sábado, 3 de febrero de 2007

La aventura intrepida de un tripode sin razon.

Producto de numerosas carreras en una carretera enferma, arrastrando inclementemente una mochila viajera, que tiene adozada en un extremo un tripode, que se arrastra por la carretera tan inclementente como la mochila viajera, el tripode en cuestion, sufrio un desmembramiento vital, que lo privo inmediatamente de toda funcion util.

Y eso fue en el viaje de ida.

O sea, cuando vi desmembrado, roto, inutil y putrefacto mi tripode, tirado a un lado del camino y aun amarrado a mi mochila, comprendi que la astrofotografia para lo que estaba destinado en el valle del elqui, no era mas que una sucia quimera inutil de un sueño corrupto e infinitamente absurdo.



Ahi se alcanza a ver un poquito.

El tripode llego a la ciudad de la Serena, despues de un viaje de 1200 kilometros, y ahi se quedo, tirado en un rincon debajo de la cama.

El dia del inicio del viaje ( o sea algo asi como el subviaje ) al valle del elqui, antes de tomar el bus, pasamos a una casa de fierros y herramientas, para encontrar la famosa tuerquecita, que era lo unico que le faltaba, y el hombre que atendia tomo las piezas desmembradas y despues de burlarse de mi en mi cara, me dijo que esa pieza ya no la fabricaban y todo lo que me podia dar era una pieza inutil que no me servia.

La compre igual y nos fuimos al valle.

Con el tripode malo y toda la lesera. Tomamos un bus en la serena, negociamos el pasaje hasta el valle, y nos preparamos para dos dias de infinitas aventuras.



Pasamos por el tunel que nos evita nadar por el lago de mentira formado por la represa puclaro, y luego de la oscuridad desesperante de una negrura infinita de un amargo corazon, salimos nuevamente a la luz revitalizante que espera al final de un tubo bajo la tierra.



Pasamos el lago infame, con su agua infame, su aridez perimetral infame, y su artificializacion infame, y luego comenzamos a ver los primeros avistamientos de una forma primitiva de vida, que algunos insisten en llamar: Reino vegetal.

El verde, se hizo cada ves mas intenso, mientras mas nos adentrabamos en el callejon de montañas, y mientras mas verde se hacia el suelo, mas aridos se convertian los cerros. Era un contraste de diferencias tan enorme, como enorme es la diferencia entre la mas grande de las diferencias existentes.



Llegamos finalmente a Pisco Elqui, y comprobamos con bastante poco horror, que el calor que tanto nos habian advertido, no era tal, ni cual, ni el, ni nada. Hacia calor, si esta claro, pero no tanto calor como hace en mi casa un dia corriente.

Encontramos el camping, instalamos la carpa, y antes de desarmar las mochilas, ya nos encontrabamos borrachos todos, hablando burradas y riendonos de estupideces.

Y asi llega la noche, y con la noche, las estrellas, y con las estrellas las personas que les gusta ver estrellas, y de las personas que les gusta ver estrellas, los que les gusta fotografiarlas, y con los que les gusta fotografiarlas, uno encabronado, porque el tripode que estaba ahi botado en un rincon de la carpa, no servia para un carajo.

Ni tan bonitas las estrellas... pffff...

Sea como sea, esa noche, nos dedicamos a destapar y destapar botellas, una tras otra, hasta la mañana, en una fogata enorme, que la gente del camping habia preparado para nosotros.

Esa es una buena politica dentro del camping. 20 o 30 carpas, se encuentran todas separadas, pero a la noche si alguien enciende una fogata enorme, aparecen personas de todas las carpas con sus respectivos licores, para compartirlos con los desconocidos. Derrepente aparece una guitarra, y todos cantando, hablando con desconocidos, y riendo de nada, bajo un cielo estrellado como si no hubiera espacio para poner una estrella mas.



El tripode tirado ahi en la carpa, no me impidio hacer esta secuencia.

Llego la mañana, y con la mañana el sol, y con el sol el calor, y con el calor, un imbecil tirado de guata, con toda la ropa babeada, dentro de una carpa que parecia un generador termoelectrico, traspirando hasta el agua que habia dentro de los ojos.

Era algo asi como una experiencia horrible, pero peor.

Me levante, borrachisimo como aun estaba, me despegue la ropa que comenzaba a formar parte de mi piel, me tire agua en la cara, busque mi camara que habria estado tirada por algun lugar, escupí mi tripode y parti a lo que habia ido...

A sacar fotos.

Y que pueblecito mas lindo y pintoresco y lo que tu quieras decir de el, todo muy bonito y la lesera y todo eso que se dice en un pueblecito lindo y pintoresco. Me meti por las callecitas lindas y pintorescas, como haria un turista aleman que visita un pueblecito lindo y pintoresco.

Pudo ser un turista suizo tambien, quizas frances.

Y a la primera callecita llamativa que vi, gire hacia ella, para descubrirle sus secretos, y lo que descubri, me dejo con la baba chorreada por el resto de la cara que aun no habia sido chorreado por la baba con anterioridad.



Era una callecita hermosa, y yo estaba dispuesto a recorrerla hasta el final. Claro, sin tener en cuenta, que es lo que yo consideraba como "el final". Ojala me hubiese echo esa pregunta antes de partir, porque al llegar a lo que yo pensaba, fuera el final de la callesita aquella, se acababan las casas, pero el camino continuaba...

De otro material, con inclinacion y sinuosidad, pero continuaba al fin y al cabo... y yo queria llegar al final.

Camine por aquella huella desertica, arenosa como si nunca hubiese conocido el valor de una gota de agua, en un ascenso por la montaña, bajo el sol que me quemaba los ojos, con los efectos aun de una borrachera todavia presente.

Hubo un momento en que mi corazon latia tan rapido que pensaba que me iba a explotar la cabeza y luego el corazon se me infartaria por el esfuerzo y el calor, y luego explotaria para reunirse con los restos de mi cabeza recientemente explotada.

Hice un hueco en una pared de roca, para tratar de absorber un poco de sombra, y ahi estuve quizas cuanto rato, recuperando el aliento y la temperatura normal, que en ese momento cocinaba un huevo en mi frente. Era terrible, el sol no quemaba... freia!



Pero yo queria seguir aun mas arriba.



La altura que habia ganado ya era muy considerable, y debia plantearme la absurda y estupida irracionalidad de darme vuelta y caminar a la carpa nuevamente. Pero no podia sencillamente parar y caminar al otro lado.

Finalmente la respuesta se hizo ante mi clara como una señal mandada directamente desde el cielo. Un angel ocioso pero de buena voluntad se compadecio de mi estupido raciosinio y afanoso se puso a dibujar un cartel, con el que luego, me tope de frente.



Y la verdad se hizo ante mi, fuerte como el olor del manati juvenil en epoca de apareamiento.

Aliviadisimo, no me quedo mas remedio que volver.

Y como todo gran sacrificio, tiene su recompenza, a la vuelta, nos dirigimos a un oasis natural, donde un rio fluye libremente, entre arboles y flores, y cursa silencioso formando un estanque que sirve de sustento para miles de personas, en la misma condicion que la mia.

Ese fue el viaje hacia el valle, con tantas cosas de mas, y tantas de menos que por aqui no puedo contar. Y tantas cosas mas que pasan, que no se escriben, porque son demasiadas, o porque son innecesarias.



Una experiencia que me va a acompañar hasta un momento muy importante en la vida de todo ser humano, a la que acudire al igual que tu, durante la ultima bocanada de aire que entre en mis pulmones.




Esperemos que sea una bocanada larga.

En un cafe, de los muchos cafes que hay en el mundo, en una ciudad, de las muchas ciudades que hay en el mundo, escribo estas lineas... para ti.

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