Hace 10 segundos, paso volando sobre mi mano y con toda intencion de posarte, una mierda alada de esas que pican cuando llega la noche.
Un zancudo.
Una zancuda para los sabelotodos.
Rapido y astuto como un rayo, lo atrapo fugaz con la mano cerrada, y la abro enseguida sobre los apuntes que estoy estudiando.
Un poco adolorido, con sus patas chuecas y semimoribundo, estira su trompita a ver si todavia puede picarme algo, y ese fue la señal que desató toda mi rabia.
Con el dorso de la uña lo aplané y desintegré laboriosamente en la superficie en la que se encontraba, llamese el papel.
Al retirar la uña, y secarme una gota de sudor que caia por mi frente enrabiada, miro el fruto de mi obra, y en el lugar donde alguna vez hubo un zancudo desgraciado hijo de perra y chupasangre, habia ahora en ese lugar, una mancha opaca de caracter poco perceptible.
No hay nada, ningun signo perceptible que permite aventurarse a decir que esa pequeña mancha disuelta difuminada y compacta, fue alguna vez un desgraciado hematofago alado de la puta madre.
El se lo buscó, lo recordaré por siempre cada vez que vea su cadaver pulverizado.
A lo mejor le sirve de leccion para los siguientes.
viernes, 30 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario