jueves, 15 de febrero de 2007

SABADO 10 DE FEBRERO, 18:30 hrs. LAGO COLICO. S39 02 52.0 W72 00 58.6

Por fin tengo la absoluta serenidad y paz para escribir. Las ultimas horas fueron de un caos total.

Es realmente difícil, y yo diria que imposible, que alguien que lea esto, pueda sentir quizas una fraccion de lo que yo senti. No sabria que palabras usar para describir lo espantosos que fueron los ultimos 15 kilometros.

El sol era como una secadora de pelo puesta al frente de mi cara, las subidas llenas de piedras sueltas hacian que mientras empujaba la bicicleta se me resbalaran los pies entre ellas, mientras levantaba un polvo de los mil demonios. Los autos que pasaban veloces a mi lado, me dejaban metido en una nube clara de polvo blanco, que duraba montones por la falta de viento, la falta de agua, el agua caliente, todo fue un desastre.

A cada momento, mientras sujetaba mi bicicleta y evitar que se cayera al suelo me repetia a mi mismo, “quien me mando a venir aquí!!” Y me daba rabia conmigo mismo por ser tan estupido y hacer una tontera que no beneficiaba a nadie.

Pero ya estaba ahí, y tenia que seguir para adelante.

Los ultimos 2 kilometros, fueron el mejor regalo y la mejor de las bendiciones que cayeron sobre mi.

Mientras subia y subia, empujando la bicicleta hacia arriba, no paraba de repetirme mentalmente, mientras el esfuerzo me cortaba la respiración, que todo lo que subia tiene que bajar.

Todo lo que sube tiene que bajar!

Y al final, los ultimos dos kilómetros, me toco bajar. De los 420 metros de altura, baje hasta los 330. Y solo pare cuando llegue a la orilla del lago… y bueno, dos o tres veces en las que me tuve que devolver a buscar la botella que se habia caido.

Cuando llegue al lago, descargue mi bicicleta, y baje todos los implementos en forma separada porque definitivamente no podia bajar todo al mismo tiempo por un senderito hecho a pie.

Y cuando llegue a la arena, deje botadas todas mis cosas ahí, me alcanze a sacar los puros zapatos, y con ropa y todo, me tire de cabeza al agua.

Y de ahí no me saco nadie mas.

El calor sigue siendo igual de tremendo, pero ahora tenia como combatirlo.



Aquí al lado hay varias familias, todas con niños, hay muchos autos estacionados alla arriba a la orilla del camino. Todos me miraron con cara simpatica cuando llegue, y muchos me saludaron con la mano.

Se siente bien estar asi.

En un cafe, de los muchos cafes que hay en el mundo, en una ciudad, de las muchas ciudades que hay en el mundo, escribo estas lineas... para ti.

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