martes, 8 de abril de 2008

Pif plof, el soquete magico.

Me vine a la casa de la Rocio, con un unico y claro pretexto:

- Fabricar el terreno donde debia ser emplazado el proyecto que debia ser entregado en 10 horas mas.

Llego a la casa, y luego de un sucesivo ir y venir de vueltas y rodeos sin sentido, le digo "Bueno y, a que hora empieza el trabajo?"

Ella agarra un par de porquerias, toma algunas mugres, se mete a la pieza del paulo, y un segundo despues...

- TUPAF!!!

Todo estaba oscuro. Habia explotado la ampolleta del techo.

Y empiezan las caminatas tanteantes en la penumbra para no descrestarse con jarrones, floreros y escalones.

Se restablece la normalidad cuando su papa, en un arrojo de insensata valentia, se precipita dentro de las sombras del patio delantero, para ir a activar astutamente los tapones de la electricidad.

Felicidades, tenemos luz nuevamente.

La Rocio, con esa alegria caracteristica que refleja esa alegria caracteristica que le caracteriza, como no se habia movido de la pieza del Paulo, le da de nuevo al interruptor y luego...

- TUCUPAFF!!

El papa de ella tuvo la increible osadia de salir nuevamente al patio para dar la luz de nuevo. Yo a estas alturas lo consideraba algo asi como William Wallace, solo que mas valiente.

Vuelve la luz, y como al tio no le bastaba el hecho innegable que esa ampolleta del demonio estaba embrujada por el mismo belcebú, va a la pieza del Paulo, y en un impulsivo instinto de supervivencia, le da al interruptor y adivina que...

- Si, eso mismo.

En ese momento se convencieron que mejor no dar la luz de nuevo y lo mejor era destripar aquel soquete del demonio para poder vivir en una poco probable y temporal paz.

Agarra una mesa tambaleante, debil, oscilante sobre si misma, y repleta de un sentimiento de inseguridad total, y comienza a subirse encima de ella.

Yo, antes de tener que arrastrarlo escaleras abajo y intentar meterlo en la camioneta para llevarlo a la clinica para que le pongan yesos y entablillados, me ofrecí a subirme yo encima del artilugio suicida, puesto que mi total masa corporea alcanza para fabricar a una pierna y medio brazo de el.

Y ahi, con las rodillas mas tiritonas que un sismografo en San Francisco, me dispuse a seguir atentamente las habiles instrucciones del grandioso ingeniero electrico que me instigaba a acabar con mi vida.

El me pasaba destornilladores, alicates, piezas y tornillos, y yo agarrando los cables pelados, recibia todo calladito, con la leve sensacion que de pronto llegaría la electricidad en forma sorpresiva y la proxima imagen que veria seria la de un enfermero retirando de mi piel, los trozos de ropa chamuscada.

Concluyo la faena electrica, y luego habia que probarla. Yo insisti en llamar a los bomberos en forma anticipada. Como nadie me hizo caso, recalqué la importancia de tener un extintor a mano, pero tampoco recibi demasiados votos.

Dieron de nuevo la electricidad, y habia que apretar el interruptor... yo de veras me puse nervioso, que aqui o estalla la casa, o nos quemamos todos... se me aceleraba el corazon, cada vez mas, hasta que luego paso lo inevitable...

Encendió la endemoniada luz, la Rocio me dijo que era lo que tenia que hacer, y se fué.

Chupate esa, Edison.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ay!! me dio mucho miedo cuando exploto la ampolleta 3 veces, demonios!

pero no me dio miedo cuando la prendi despues de que pusieras en practica tu super curso super extra rapido de electricidad jajajjaja

aaa pasa a retirar tu diploma de honor....un 7 en su prueba practica jajajajaja