Salimos de la fabrica, ya de noche evidentemente. Y cuando estuvimos afuera, vimos el cielo lleno de peluzas blancas.
Salimos al estacionamiento, y nos dimos cuenta que eran peluzas heladas. Y caian finamente, como si se resistieran a llegar al suelo. Leeento, super lento y delicado, como si la nieve al caer, no quisiera molestar a nadie.
Como una pluma que cae sobre un gigante dormido.
Y se reflejaba brillante bajo los faroles de las calles. Todavia no puedo sacar una foto nocturna que refleje lo que se siente, pero ya lo voy a poder hacer.
En un ratito, quedo todo finamente blanqueado, como si hubieran espolvoreado el planeta con azucar flor.
Ansiaba impacientemente este momento.
lunes, 9 de enero de 2006
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