Cuando puse di el primer paso, me senti como se debio haber sentido neil armstrong cuando llego a la luna. Que horrible es mi arrogancia de pensar que me pude sentir igual que el primer hombre que dio un paso en la luna, pero en realidad, me referia al paso que ejemplifica a la culminacion fisica de un largo viaje.
Ustedes me entienden.
Nos pusimos las mochilas al hombro y casi inmediatamente se nos presento ante nosotros, firme como un muro de rocas, una duda irremediable: Y ahora, que vamos a hacer?
Asi que lo primero es lo primero. Partimos al baño a sacarnos las inmundicias de la cara, de los ojos, de las muelas, lo que nos daria el derecho innegable de vagandear por la ciudad en forma... decente.
En sentido figurado, claro.
Tomamos nuevamente nuestras mochilas, y caminamos al primer lugar que debio ser un destino seguro: El mar, y su faro.
Que fabulosos son los faros. Si hay algo que debo agradecer a la civilizacion humana, es la creacion de los faros. Son enormes, comunmente bellos, se encuentran en lugares fantasticos, por lo general roquerios, y son recientemente inutiles y obsoletos.
Razon por la cual logicamente podria pensarse que deberian ser eliminados, y aunque se han resistido a desaparecer, lo iran haciendo poco a poco, a menos que comiencen a considerarse patrimonio historico mundial.
Y dudo que lo hagan.
Sea como sea, parti al faro de La Serena con la mas grande de todas las ilusiones, motivos a los cuales ya me he referido, y al llegar, me encuentro con la mas absurda y enorme de todas las desiluciones.
Una mole enorme de concreto viejo, mal pintado, gastado, rayado completamente, descascarado, derrumbado y a punto de desplomarse.
Si lo van a tener asi, mejor lo echan abajo, porque es una verdadera verguenza. Es el emblema de la ciudad, y ahora es cuna de delincuentes y marginales.
Una pena.
Pero esta en la playa, en la arena. Asi que antes de que saliera el sol, ya estabamos tirados de espalda al cielo, mojados como asnos por la bruma marina matinal, el aire salado, y ese frio costero del norte, que porfiado como el mismo, se introduce por los poros y te congela el centro de los huesos.
Algo asi.
Despues de la deprimente realidad, se presento ante nosotros una duda aun mayor que la anterior, porque ahora si que no teniamos nada que hacer. Era domingo, eran las 6 y media de la mañana, y nada de nada, habia que pudieramos hacer.
Bueno, la imaginacion es grande... asi que caminamos de vuelta, los 3 kilometros que nos separaban del terminal de buses, donde dejamos los bolsos, y armados solo con la camara y un gas paralizante de defensa personal, salimos a recorrer la en ese entonces, desconocida y fantastica ciudad de la serena.
Desilucionados por la aventura del faro, nos pusimos a caminar por la ciudad, y lo que encontramos nos dejo babosos y recalcitrantes.
Callecitas de puerto, silenciosas y limpias. Una calma que viajaba con nosotros a la vuelta cada esquina, mientras las sombras que fueron hace minutos alargadas, se convierten en colores y formas fantasticas.
Casitas blancas bien definidas, con su cultura propia y una identidad unica que las hacia diferentes de todas las demas, pero a la vez iguales a todas, por compartir ese fabuloso legado de pertenecer a esa ciudad.
Un fabuloso legado.
Pasaron las horas, y nosotros pasamos con ellas. Llego el hambre, y contentos la combatimos, recorrimos calles, pasajes, lugares, museos y centros comerciales. Buscamos alojamiento y cuando una casa nos parecia bonita, nos invitaban entrar para conocerla.
¿Quien dijo que la gente del norte era poco amigable?
Dormimos tirados en el pasto de una plaza, devorados por las hormigas, esperando una banda callejera que nunca se presento, caminamos, caminamos, y seguimos caminando, y cuando terminamos de caminarlo todo, volvimos a caminarlo todo otra vez.
Todo con la desinteresada y sincera ayuda de cristobal, mi gps. Que maravilla es la tecnologia que nos facilito tan fastanticamente todas las cosas.
Cuando encontrabamos algo que nos parecia interesante, marcabamos el punto, y luego para volver al lugar, el aparatito nos guiaba por las desconocidas y reconditos vericuetos de una ciudad anonima y completamente ajena.
Llego la tarde, con ella el sabor eterno de un atardecer marino, las personas que se retiraban ya a sus casas, y nosotros sin todavia lugar para alojar. Sentados al frente del mar nos despreocupabamos de la inevitable preocupacion de encontrar alojamiento.
Pero este mundo cruel, de tan cruel que es, es hermoso y bondadoso al mismo tiempo, nos entrego todo resuelto para que no tuvieramos que preocuparnos de nada.
Mi primo nos fue a buscar para que fueramos a dormir a la casa de mi tia. Hay veces que uno se preocupa por tonteras que no valen la pena y es porque muchas veces uno olvida que esta rodeado de personas hermosas que te solucionan los problemas, muchas veces sin haber pedido nada. Que alegria saber que estamos rodeados de personas de buen corazon.
Fue un dia muy feliz.
En un cafe, de los muchos cafes que hay en el mundo, en una ciudad, de las muchas ciudades que hay en el mundo, escribo estas lineas... para ti.
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