Fue una semana dificil.
Siempre lo es.
Todas las semanas son dificiles. Vivir aqui, y en cualquier parte, es como vivir en la selva. Todos los dias hay una pequeña batalla para continuar con vida.
Sobrevivir cuesta, nunca ha sido facil.
Pero todos los dias nos despertamos sonrientes y cansados con una nueva victoria sobre nuestras espaldas.
Las victorias pesan.
Y algun dia, nuestras espaldas no querran mas victorias, y cansados nos rendimos ante la inminente derrota.
La muerte siempre gana, pero no es por sabia, sino por persistente.
El jueves pasado nos toco turno de noche... empezo la fiesta de nuevo... el trasnoche obligatorio. Yo andaba en un vuelo, asi que llegue tarde.
Pero cuando llegue, en la clinica todo era caos. Todos corrian a todos lados... no habiamos empezado el turno casi, y ya habian dos pacientes con riesgo vital.
Un solo paciente de urgencia basta para alterar la normalidad de una noche. Dos, es una cosa bastante rara, preocupante, estresante y anormal...
... Cuando llegó el Rottweiler con insuficiencia respiratoria a las 8 de la noche, pensabamos que la noche no podia empeorar...
... Pero un gato en shock a las 12 de la noche, nos indicaba que nuestra suerte no podia ser mas mala, impeorable. Un designio fatal, indicativo de alguien que nos odia mucho desde el infierno.
Cuatro pacientes de urgencia, yo creo que ha sido un record que nunca habia sido superado en la clinica de esta universidad.
Yo estaba cuidando a los dos criticos cuando Zeus, el Rottweiler, le dio un paro respiratorio. Me fueron a buscar para asistir la reanimacion.
Era el Rottweiler mas grande que yo habia visto en toda mi vida. Y he visto Rottweilers grandes, pero este superaba de lejos todos mis recuerdos de perros grandes.
Incluso el Mastín de mi hermano.
Cuando llegó, fue una fiesta atenderlo. Inicialmente por miedo, y luego del miedo, por precaucion, que al tonto grande ese, le dolia cuando le perforaban los pulmones para sacarle toda la sangre que tenia adentro y que no lo dejaba respirar.
Incluso asi, con sus enormes dientes y sus gruñidos de bestia enojada, seguia siendo un buen perro.
Y ahora, tirado ahi sobre esa mesa helada, su cuerpo cansado decidió que era tiempo de dejar de acumular victorias para darle paso a la derrota mas grande de todas.
No podiamos conformarnos con su desicion, y bastaron varios minutos de masajes cardiacos, epinefrina al corazon y respiracion artificial para negarnos a lo inevitable...
... ese perrito no queria seguir viviendo.
La doctora necesitaba la confirmacion de que habia muerto, asi que trataban de auscultarle el corazon y tomarle el pulso femoral con la mano.
Le dije a la doctora que el perro seguia vivo, y entremedio de la violencia del masaje cardiaco, me pregunto con sus ojos abiertos como platos:
- Y como es que tu puedes saber algo asi?
Le dije que lo sabia, sencillamente porque lo sentia.
Luego de un par de minutos, me senti enormemente cansado, la debilidad se apodero de mi, y solo me abandonó cuando me invadió una profunda amargura, mas alla de la mas profunda tristeza que se pueda imaginar, y casi sin volumen, se me salio de la boca una frase que me dejó completamente en silencio durante los minutos siguientes:
- Ya se murió.
La dueña, que estaba con nosotros, entro en una especie de lucha interna intentando asumir la veracidad de la situacion, y una vez comprendida la inutilidad de toda resistencia, salio del pabellón a llorar silenciosa su amargura, que mojaba su cara, sentada en la sala de espera del pasillo de entrada a la clinica.
Era un buen perro.
Como pasa con muchas personas, bastan algunos minutos de compañia para confirmar una afirmacion que pudiera afirmarse en toda una vida compartida.
Era un buen perro.
lunes, 20 de agosto de 2007
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